Te debes preguntar qué tiene que ver esto con la colección… Pues es que resulta que su nombre y su figura me hacen pensar en muchas cosas. Me remiten a los pueblos que crecían al lado del mar, sus creencias, sus gentes, el olor a sus comidas escapando a través de las ventanas abiertas en verano… Puedo ver el aceite de los olivos brillando como el oro dentro de las tinajas de terracota, el vaivén de las olas por la noche. Cuántas cosas, ¿verdad? Quizás son muchas, o quizás aún podrían ser más. La verdad es que no acabaría…
Una de las muchas cosas que me gustan de mi trabajo (y entre ellas no se encuentra el «papeleo», del cual ya hablaré otro día) es poder crear, imaginar, hacer cosas de cero. Partir de una simple idea, de una sensación, de un recuerdo, de un deseo. Y de ahí empezarlo todo.
Tanit era una diosa, sí. Y yo la verdad es que no soy mucho de estas cosas. Pero también una forma de ser y de vivir de aquellos que la adoraban.
Buenas noches y despéinate, arrúgate y a vivir.